«Japón y España no tienen nada en contra para ser aliados comerciales crecientes»

Miguel López-Quesada es director Corporativo de Comunicación, Marketing y Relaciones Institucionales en Gestamp*, empresa líder en componentes de automoción y miembro del Patronato de la Fundación.

Con una amplia experiencia en comunicación y consultoría, es presidente de Dircom, vicepresidente de Sernauto y miembro de la Junta de Gobierno de la Cámara de Comercio Británica en España, de la Cámara de España, Cámara Alemana y de la Fundación Cotec para la Innovación, entre otras entidades.

Hablamos con él sobre colaboración empresarial España-Japón, especialmente en el campo de la automoción; y también del papel de la sociedad civil en la promoción de las relaciones bilaterales.

*En enero de 2023, Miguel López-Quesada abandonó Gestamp para asumir la presidencia de Alcoa en España.

Pregunta: Gestamp está presente en Japón desde 2018. Tiempo suficiente para hacer una valoración profunda, incluso con una pandemia de por medio. ¿Están satisfechos con los resultados en estos años?

Respuesta: Estamos muy satisfechos en lo cualitativo, porque era muy importante estar presentes en un mercado que representa aproximadamente un 30% de los fabricantes mundiales. Un segundo motivo de satisfacción es que es la primera vez que hemos llevado una tecnología en la que somos líderes mundiales, la estampación en caliente, a un mercado como el japonés, que está muy preocupado por reducir el peso y mantener la seguridad de los vehículos.

En tercer lugar, porque nos parecía especialmente significativo poder abrir un mercado, con presencia física nuestra, en el origen de uno de nuestros socios estratégicos, como es Mitsui.

En lo cuantitativo, han sido años más complicados de lo que teníamos previsto. Efectivamente, los volúmenes han sido menores de lo previsto. Los niveles de saturación también han sido menores. En todas partes ha ocurrido un fenómeno parecido.

Así que lo cualitativo vence a lo cuantitativo en este caso, porque nuestras apuestas siempre son a largo plazo y con un carácter estratégico. Japón se ajusta a esto.

Pregunta: Entraron en Japón de la mano de un socio como Mitsui, uno de los principales conglomerados empresariales del país. ¿Qué nos puede contar sobre las similitudes y diferencias entre las culturas empresariales de España y Japón?

Respuesta: La relación con Mitsui empezó en 2013 en un perímetro que llamamos Americas. Es una relación que siempre ha sido muy leal, basada en la cooperación y el respeto, y esto tiene que ver con que ambas compañías compartimos una filosofía parecida. Gestamp es una empresa familiar. Mitsui es un sogo shosha, un conglomerado que tiene muchas características similares a una empresa familiar: visión a largo plazo, preocupación por la sostenibilidad, arraigo en los territorios donde está… Nuestra planta está en la prefectura de Mie, de donde es originaria Mitsui. Esto no es casualidad: a Mitsui le gusta llevar instalaciones productivas a una ubicación que para ellos sea simbólicamente relevante.

Como es lógico, al ser una multinacional de estilo japonés, los directivos van rotando. Hemos conocido diferentes directivos como interlocutores a lo largo de estos años, pero en todos los casos hemos encontrado ganas de aportar relaciones comerciales, tecnología, logística o acceso institucional en los mercados donde operan. Una relación muy leal, el balance de estos años es manifiestamente positivo.

Pregunta: El sector del automóvil vive una auténtica revolución a nivel mundial, muy alineada con la creciente concienciación contra el cambio climático. En este sentido, Gestamp ampliará el año que viene su planta de Matsusaka con una segunda línea de estampación en caliente, con la particularidad de que contará con un horno eléctrico “ecológico”. ¿Qué significa esto?

Respuesta: Nosotros somos bastante eficientes en cuestiones energéticas y de descarbonización. Lo importante es la combinación de los tres scopes: el 1 y el 2 tienen que ver con lo que nosotros podemos generar y controlar, las emisiones asociadas a nuestros proceso de producción. El scope 3 tiene que ver con lo que generan nuestros clientes con los productos finales o los que nos proveen de materia prima. En nuestro caso, acero y aluminio en esto último.

En el 1 y 2, hemos hecho grandes progresos. Ya hicimos en su día unos compromisos públicos a través de una medición del Carbon Disclosure Project, que ha demostrado que vamos reduciendo nuestra huella de carbono. Además, hemos hecho unos compromisos públicos que renovaremos pronto, en los que fijamos unos objetivos basados en ciencia. Nos comprometemos a unos niveles de reducción de emisiones muy agresivos para la industria, pero que creemos que son alcanzables.

Lo que podemos controlar, las partes en las que podemos generar más emisiones, tienen que ver con el proceso de producción de la estampación en caliente, que es un poco más intensivo en consumo de energía, aunque la reutilizamos.

Lo que hace que nuestros scopes 1 y 2 puedan bajar mucho es el uso de energías renovables, y esto lo estamos haciendo en muchos países a través de la firma de PPA (Power Purchase Agreement) con suministradores, que nos permiten el acceso a energías renovables, como en España o Brasil o partes de Reino Unido. Este sería el caso en Japón si pudiéramos alimentar un horno con electricidad de origen renovable, en vez de con gas. Sería muy bueno para nuestra huella de carbono.

Estamos lanzando un mensaje a un mercado muy comprometido, donde los fabricantes han mostrado, antes que otros, una sensibilidad por el tema medioambiental. En Japón nacen los vehículos híbridos, y la tecnología eléctrica está muy desarrollada. Hay una preocupación por el aspecto medioambiental, y es un mercado muy relevante.

Poder instalar un horno que sustituya el gas por electricidad con origen renovable, y que nos permita generar una bajada de nuestras emisiones de scope 3, si además somos capaces de trabajar con los fabricantes de acero para que sea material con bajas emisiones, que es algo que ya hacemos en otras partes del mundo… creo que sería un gran avance en nuestros compromisos medioambientales de descarbonización.

Pregunta: En un ámbito más general, Japón y España son dos países con una gran tradición en la industria de la automoción. ¿Cree que están preparados para los cambios que ya afronta dicha industria, con la llegada irreversible del coche eléctrico?

Respuesta: Japón claramente sí. Lleva mucho tiempo investigando en un tipo de vehículo que ahora vamos a ver en muchas otras partes del mundo, que es el kei car, un vehículo pequeño popular en Japón, donde el espacio es un lujo. En el resto del mundo, que los vehículos urbanos bajen en tamaño posibilita que el rango de las baterías sea mayor. Son más fáciles de aparcar y necesitan menor espacio físico en las ciudades. Japón ha ido por delante siempre y los demás vamos a tener que ir a modelos más utilitarios, más pequeños, con menos consumo.

Japón está muy avanzado también en todos los temas de I+D vinculados a la electrificación, y en algunos tipos de motor ha sido líder absoluto, como es el caso de los híbridos. Además, tiene un gran conocimiento del mundo de las baterías. La electrónica de consumo ha hecho que vaya muy avanzada en el desarrollo de baterías. Todo esto aplicado al vehículo puede hacer que sea un jugador importante.

Si España es el segundo fabricante en Europa, esta revolución tenemos que intentar capturarla. Una parte importante de esta captura vendrá por lo que seamos capaces de aprovechar el PERTE, el proyecto tractor que el gobierno ha impulsado. Grandes fabricantes como el grupo Volkswagen, pero también Renault, esperamos que Ford, Stellantis o Mercedes Benz, se han presentado para beneficiarse de estos fondos Next Generation EU.

Creo que eso hará que una parte de la fabricación en España en los próximos años tenga que ver con plataformas, más que con modelos concretos, que permitan desarrollar diferentes vehículos sobre ellas. Es lo que estamos intentando impulsar para que el sector de componentes, que hace que España sea particularmente competitiva para fabricar en ella. Queremos que también pueda serlo a la hora de fabricar vehículos eléctricos.

Con piezas que hasta ahora no eran necesarias, como las cajas de baterías, con diseños que hasta ahora no se hacían, como piezas de tamaño extremo, que están convirtiendo el coche en una verdadera caja de baterías para protegerlas sin necesidad de crearles espacios nuevos; rediseñando los chasis para que soporten más peso. Toda una electrónica asociada a la gestión de las baterías y de las funcionalidades que ese coche va a tener que tener.

Si a eso le añades otro desarrollo, como la industria de recarga, donde España tiene empresas líderes mundiales, como Iberdrola o Wolbox, es verdad que puede haber un renacer industrial para fabricar estos puntos de recarga que acompasen la generación de vehículos eléctrico.

Si somos capaces de hacerlo con inteligencia y con una regulación ágil, inteligente y centrada en las necesidades del mercado, España puede beneficiarse de lo que Japón lleva liderando años, que es la electrificación.

Pregunta: ¿Qué otros sectores económicos cree que pueden ser propicios para la colaboración empresarial entre España y Japón?

Respuesta: Creo que todo el mundo de la piscifactoría, el mundo del mar, España y Japón comparten ser países con una cultura de mar muy importante. Esto tiene que ver con la biomedicina, la acuicultura, la gastronomía, la energía eólica marina o las renovables basadas en las corrientes marinas, o también la biomasa.

Otro punto de cooperación que tenemos es la salud. Somos sociedades con una esperanza de vida muy superior a la mayoría de países de nuestro entorno, y eso quiere decir que nuestra población, que vive más, requiere de mayor cuidado de salud. Más tratamientos para vidas más largas, en las que la prevalencia de ciertas enfermedades crece. Hay una gran oportunidad de negocio en la atención, el diagnóstico y el tratamiento.

Otro campo puede ser el de las energías renovables. Ahí también tenemos un futuro importante porque somos dos potencias en ello. España en solar y, particularmente, en eólica, y en Japón existe una tendencia de sustitución parcial de la energía nuclear con energías renovables. Es un país que no genera recursos fósiles y tiene que buscar otras fuentes.

Y en general, todo lo que tiene que ver con la industria, donde la tecnología y la sostenibilidad sean dos vectores de trabajo.

Pregunta: ¿Es España un sector atractivo para las inversiones japonesas y asiáticas? ¿Qué cree que podemos mejorar en este sentido?

Respuesta: Ahora vamos a vivir una tendencia creciente a lo que llamamos friend shoring, que es ubicar capacidades de producción en mercados que tengan una cierta seguridad jurídica, una afinidad de valores, unos principios democráticos similares o unos regímenes políticos que se entiendan bien. Japón y España no tendrían nada en contra para ser aliados comerciales crecientes.

¿Qué hay que mejorar? Una visualización de España como destino de inversión más allá de la imagen como destino turístico. En gastronomía, deporte o cultura España está posicionada, pero en entorno empresarial, facilidad para hacer negocios, talento disponible o conectividad, probablemente hay que mejorar.

Hay mucho que hacer desde el ámbito institucional, fomentando las misiones, los intercambios, los consejos asesores, las fundaciones consejo, el intercambio de experiencias empresariales, la puesta en valor a través de premios o de divulgación los ejemplos exitosos en ambos casos. Y, desde luego, una importante labor diplomática. Embajadores como Fidel Sendagorta tienen un perfil mucho más cercano al mundo empresarial y pueden ser una punta de lanza importantísima. Igual que lo han sido los consejeros del ICEX en Japón; algunos con un perfil muy empresarial, como es el caso de Coriseo González, por poner un ejemplo.

Otra de las cosas que creo que hay que hacer es mejorar la conectividad. Hoy hay pocas frecuencias de viaje, y se han visto entorpecidas por el conflicto en Ucrania. Esto complica, no incentiva. Frente a eso, hemos descubierto que la tecnología es una gran aliada.

En automoción estamos viviendo auditorías de calidad a través de realidad virtual, donde un técnico de inspección en Nagoya puede estar diciéndole a otra persona, en otro punto del mundo, dónde quiere que mire a través de unas gafas. Eso nos está permitiendo hacer ferias virtuales, demostraciones de producto o foros empresariales sin presencia física. Sin embargo, cuanto antes recuperemos la presencialidad, mejor. En ese sentido, Japón y España han sido buenos ejemplos de hacer compatible el control del COVID con un cierto mantenimiento de la movilidad de personas.

Pregunta: Gestamp es una empresa muy comprometida con iniciativas de la sociedad civil como las Fundaciones Consejo. Cuando la Fundación Consejo España Japón cumple dos décadas, ¿qué valoración hace de estas dos décadas? ¿Y cómo cree que la Fundación puede aportar valor a las sociedades española y japonesa de cara a las dos próximas décadas?

Respuesta: Las Fundaciones Consejo juegan un papel relevante: son la manera de la que los mundos público y privado se dan la mano para iniciativas concretas, con un retorno directo. Esto tiene que ver con la diplomacia pública, la diplomacia económica y la diplomacia corporativa. Cuando esos tres factores se alinean en un programa de actividades en el que las empresas encuentran que se les da un respaldo institucional, que se les ponen a tiro sus contrapartes en el otro mercado, y que eso pasa con iniciativas que ponen en valor la bilateralidad, cumplen muy bien esta función.

En particular, la de Japón es una de las Fundaciones Consejo visionarias. Veinte años atrás, no era tan intuitivo que la relación entre España y Japón tuviera futuro. Estábamos en una fase muy incipiente, en la que Japón sí podía ver España como un mercado con costes bajos, que iba a tener un crecimiento en tecnología y en sectores donde Japón era exportador nato. Al revés no era tan obvio, y la relación es más equilibrada hoy. Vemos ejemplos de empresas implantadas en los dos eslabones de la cadena.

El papel de la Fundación en otras áreas, como los programas de visitantes o la visualización del talento joven en el mercado japonés, es positivo. Hay una simbiosis, un diálogo y una búsqueda de intereses comunes.

En el mundo al que vamos, multipolar pero, a corto plazo muy polarizado; es positivo el hecho de una mayor colaboración entre países no enemigos de nadie, o que en general tienen más amistades que hostilidades, como son los casos de España y Japón. Y puede ser una vía frente a tensiones que podemos ir viendo en los próximos años.